Miedo y terror se miden en aprensiones reales y fingidas, que, en la boca de los cuentahistorias, nos embaucan y contagian.
Para que nuestra atención se confiase, todo empezó con un poema largo y narrativo de Moratín, declamado sobre la enhiesta palabra memorizada de Laureano. Rimada y métrica, creció una historia del Cid.
Amodorrada la presa, fácil lo tuvo Marian para caer sobre nosotros con una historia envuelta en el halo de la nostalgia, titulada "A la espera".
Inmediato era el crujir de dientes, que se demoró en Félix, todo vestido de negro y compungido, con su "Carta negra al rey"
Siguió retardándose el zarpazo del miedo con una sentida poesía de Ángela Figueras con la que Marcos, con su recitación acomodada al sentido que le correspondía, nos conmovió.
Nos agradó la presencia de Pepe, después de mucho tiempo sin venir por el Club, con un registro nuevo. Según sus propias palabra, quiere iniciar unos cuentos desde sus propios recuerdos. Contó un suceso de noviazgo y tonteo con una chica del pueblo. Falta que el testimonio adquiera la textura de una historia. Sin duda, en sucesivas entregas lo conseguirá.
Por fin la zozobra mordisqueó nuestro cuello cuando Anabel R. ofreció un relato a modo de adivinanza macabra, complicado de contar, pero resuelto con su habitual efectividad.
Volvió a tenderse quieto, sosegado y tranquilo el instinto orgánico de las pulsaciones del corazón con Carmen S. y una poesía bucólica de García Lorca.
En las antípodas, Carmen P., con "Los perros ahorcados", llevó a primera persona un texto original de Mari Sol Llano, muy en la línea de leyenda urbana. La historia de una venganza contada como siempre lo hace ella: relajada y con buena dicción.
...Para acelerarse de nuevo con Txefe. El principio fue una carcajada tétrica y terrorífica. Luego, un relato muy breve basado en un texto de S. Pérez Estrada que nos dejó con el corazón en un puño.
La taquicardia perduró con Rafa, que supo crear una atmósfera adecuada para contarnos un relato de E. Allan Poe, "La máscara de la muerte roja". La textura de la historia y el tono de la voz nos lanzó a la desolación inescrutable de la muerte.
La frecuencia de las contracciones cardiacas siguieron con el relato escrito y narrado por
Miguel, "un día de plancha", aunque más atenuadas por su estilo perifrástico.
Otro escritor le siguió: Javi R., habitual creador de sus cuentos, que en este día nos leyó uno titulado "El anuncio". Característica suya es el ritmo narrativo fluido y absorbente. Con tal instrumento, expresó el miedo a una muerte anunciada, temor envuelto en el celofán de la broma y la chanza.
El colofón de esta sesión lo puso Anabel M. y su "Canal Conchinchina". Con voz impostada de presentadora de informativos, ofreció una serie de noticias inverosímiles extraídas de distintos libros de S. Alba Rico, Pérez Estrada y Thomas Bernhard.
Así fue.
Un foco espectral alumbrando la recreación de los narradores y, al otro lado, en la penumbra, un público numeroso recibiendo sensaciones
Comentarios de hoy a cargo de Txefe y Anabel M.
Siempre es un gusto que personas de la talla de Virginia Imaz, que lleva tanto tiempo dedicándose a las artes escénicas en todas sus facetas, incluída la narración oral, se acuerde de nosotros en sus crónicas.
