La última sesión del invierno,
dedicada al signo Piscis, convocó a una nutrida concurrencia en el Club de los
Cuentistas. Abundante público, y cuentistas generosos en número y calidad.
Rompió el hielo Pepe con una anécdota vital que nos llevó a su época estudiantil, proyectando sombras de malos hábitos y luces de víctimas sensatas.
Continuó Marcos con el tono oscuro, de la mano de León Felipe, que sabía estar en su sitio, y Carmen nos enseñó que, a veces, lo más no es lo mejor.
Anabel R. inició el periplo lacrimal, ofreciendo un nuevo matiz del llanto que nunca se nos habría ocurrido. La sal Maldon ya tiene competidor.
Laureano completó su ciclo de cuentos “versonados” con Juan y la habichuela gigante, pero, para solaz del público, mostró su intención de continuar por un camino que nos ha hecho derramar muchas lágrimas…….. ¡¡¡ de alegría !!!
Félix demonizó a nuestra clase política (razón no le falta), y Miren puso el acento en que uno es lo que es. Y tal vez porque de ambos se deduce que nuestros políticos son ladrones porque son lo que en realidad son, Miguel viajó hasta Viena para encontrar el restaurante más español de la capital austriaca, el Bar Cenas, donde pudo disfrutar del más típico menú patrio.
Si Anabel R. nos había sorprendido con una nueva utilidad de las lágrimas, su tocaya Anabel M. dio una nueva vuelta de tuerca al tema con el simpático gigante Max Maximum y su pequeña hija Mini María, siempre anhelante por conocer el mar.
Román nos rodeó de la magia de los bosques y los montes vascos, donde las noches se llenan de gentiles y lamias para envolver en nieblas los recuerdos del primer amor.
Y con Ernesto se cerró la sesión, con su calcetín lleno de inquietudes, que algunos ya teníamos el gusto de conocer, y al que desde aquí animamos a que no tarde en ir a Anoeta, que este año la Real le va a dar más de una alegría.
En la próxima Feria del Libro contaremos con la presencia de Ernesto, que tendrá una sesión para él solito en la carpa que instalaremos. Así que, para ir abriendo boca, os dejamos el video con el cuento que nos regaló este viernes:
Rompió el hielo Pepe con una anécdota vital que nos llevó a su época estudiantil, proyectando sombras de malos hábitos y luces de víctimas sensatas.
Continuó Marcos con el tono oscuro, de la mano de León Felipe, que sabía estar en su sitio, y Carmen nos enseñó que, a veces, lo más no es lo mejor.
Anabel R. inició el periplo lacrimal, ofreciendo un nuevo matiz del llanto que nunca se nos habría ocurrido. La sal Maldon ya tiene competidor.
Laureano completó su ciclo de cuentos “versonados” con Juan y la habichuela gigante, pero, para solaz del público, mostró su intención de continuar por un camino que nos ha hecho derramar muchas lágrimas…….. ¡¡¡ de alegría !!!
Félix demonizó a nuestra clase política (razón no le falta), y Miren puso el acento en que uno es lo que es. Y tal vez porque de ambos se deduce que nuestros políticos son ladrones porque son lo que en realidad son, Miguel viajó hasta Viena para encontrar el restaurante más español de la capital austriaca, el Bar Cenas, donde pudo disfrutar del más típico menú patrio.
Si Anabel R. nos había sorprendido con una nueva utilidad de las lágrimas, su tocaya Anabel M. dio una nueva vuelta de tuerca al tema con el simpático gigante Max Maximum y su pequeña hija Mini María, siempre anhelante por conocer el mar.
Román nos rodeó de la magia de los bosques y los montes vascos, donde las noches se llenan de gentiles y lamias para envolver en nieblas los recuerdos del primer amor.
Y con Ernesto se cerró la sesión, con su calcetín lleno de inquietudes, que algunos ya teníamos el gusto de conocer, y al que desde aquí animamos a que no tarde en ir a Anoeta, que este año la Real le va a dar más de una alegría.
En la próxima Feria del Libro contaremos con la presencia de Ernesto, que tendrá una sesión para él solito en la carpa que instalaremos. Así que, para ir abriendo boca, os dejamos el video con el cuento que nos regaló este viernes:
La crónica de hoy la ha escrito Rober
Las fotos, el montaje fotográfico y el video son obra de Txema G.
