
Miguel nos recordó que la virginidad no siempre fue una enfermedad como lo es ahora. En su infancia en Mieres, era un bien tan apreciado que cuando una mujer la perdía en batallas preparatorias, se la restituía una tal Celesta cosiéndole un pellejo en la zona deteriorada, de lo que queda constancia porque alguna usuaria aún muestra un sello de tinta azul que pone “Matadero de Mieres”. Algunos de sus personajes hablaban en bable, lo que refuerza la apuesta decidida del Aula por las lenguas vernáculas.
Javi R. nos introdujo en su habitual simbolismo a través de su narración sobre un transporte de ovejas, cerdos y asnos de Badajoz a Barcelona que son abandonados por el transportista en pleno Paseo de Gracia. Tras no pocos avatares, todos los animales acaban encontrando su sitio en la sociedad humana, con la que comparten un elevado porcentaje de su ADN. Las ovejas empiezan por la religión y acaban triunfando en el mundo de la hinchada de fútbol. Solo una de ellas, la única de pelaje negro, encuentra su acomodo en el sorprendente mundo de la música. Los cerdos, hábiles negociadores y especuladores, comienzan sus trapicheos con el cuerpo de algún colega y acaban escalando la pirámide del poder. Por fin los burros, cuyo mayor mérito es no dejarse convencer por ningún razonamiento, ocupan pronto las cabeceras de las organizaciones políticas. Javi, ten cuidado, porque había un político en la sala que se ha quedado con tu cara...
Carlos nos transportó al pueblo de Buenaventura, en Colombia, donde un viejo cuentero alimentaba el alma de los lugareños que acudían en masa a escucharle. Era tal su fidelidad que la autoridad tuvo que declarar festivos los lunes de cuento porque nadie trabajaba ni hacía otra cosa que ir a escuchar al viejo. Parece que incluso Dios llamaba a su puerta para hablar con él y para que le oyera. El viejo dio tantos detalles sobre Dios que el cura, viendo peligrar su negocio, hizo la presión suficiente para que expulsaran al viejo de la comunidad. El pueblo, sin el alma de las historias, fue languideciendo hasta que el cura se vio obligado a tratar de que el viejo volviera para revivirlo y para que Dios pudiese contarle sus penas de amor.
Rafa encontró, para esta ocasión, una amarga fábula sobre la rivalidad asesina entre elefantes blancos y negros, que acaba en desastre. Este desastre sigue repitiéndose a través de la historia con otras marcas de elefantes, e incluso, cuando se produce el salto genético, con los hombres, que siempre encuentran razones para rivalizar; en la fábula, lo hacen con sus creencias religiosas, con sus dioses...
... y termina Rafa, en esas andamos...
Fotos y montaje de la imagen de Txema
Jaja, qué buena, Miguel. ¡Muchas gracias!
ResponderEliminarEstá genial esto de que todos y todas nos vayamos animando, no solo a contar cuentos, sino a escribir las crónicas mensuales, cada cual a su estilo. A ver quién se anima el mes que viene...
ResponderEliminar