lunes, 14 de mayo de 2012

11 de mayo: CUENTOS AMARILLOS

El anuncio de galerna no impidió que el viernes 11 de mayo se reunieran en El Club de los Cuentistas 11 contadores y un público ávido de buenas historias, esta vez en torno al color submarino… quiero decir “amarillo”.
IGNACIO rompió el hielo con un sentido cuento personal que contenía imágenes tan sugerentes como esa “travesía a nado por ganar el corazón de  paloma”(¡!).
CARMEN nos trajo “La Rosa Roja”, de Oscar Wilde, un cuento que permanece fresco aunque pasen los años.
ANABEL R. contó la historia de una pareja que ha perdido el amor y que lo recupera sin la ayuda de una lámpara mágica, aunque tienen una.
MARCOS recitó más que leyó unos versos de Machado, “Fantasías de vida”, con los que se identifica especialmente.
ISABEL nos presentó a un viajero que al contar un cuento sobre una niña  “horriblemente buena” le pone las cosas muy difíciles a la tutora de unos niños normales...
LAUREANO rompió unas lanzas por “La Mortaja”, de Miguel Delibes, y nos relató una historia llena de Carmelitas Descalzos, carabineros y un hombre tratando de saciar su hambre.
RAFA dramatizó el diálogo entre un revisor y un viajero que dice llamarse Mickey Mouse, se niega a pagar el billete, la multa,… pero que al final accede a bajarse del tren, porque ha llegado.
MIREN nos devolvió a la infancia con las aventuras de un pollito que literalmente se traga los obstáculos o los regurgita, siempre por un buen motivo.
ANABEL M. desveló el secreto de los loros, que se hacen los tontos desde que antaño uno de ellos se metiera en problemas por dar su opinión -parece que fue ayer.
CARLOS sugirió una verdad “tan posible como la oficial” sobre la Creación: al hombre le dijeron que había sido creado primero para aumentar su bajísima autoestima. ¿Alguien lo duda?
Y de traca final, ERNESTO se volcó en las andanzas de un San Nicodemo de carne y hueso en un convento lleno de novicias, entre las que como siempre hay una más lista y con iniciativa.
Atentos porque en la próxima sesión  -8 de junio- cada cuento debe durar menos de un minuto, pero como se pueden contar muchos acabaremos morados…aunque no sea el color del día.

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